miércoles, 21 de julio de 2010

razones para no comprar un iPhone

Lo primero que pensará el lector avispado es que a él qué le importará si yo me compro un iPhone o un helado de fresa. Aclararé mi postura: ¿por qué yo, un Apple fanboy declarado, he pasado del teléfono de la manzanita y me he comprado otra cosa? Y con Apple fanboy no quiero decir uno de esos advenedizos que se compraron un Macbook hace seis meses y de pronto han visto la luz. No, mi primer ordenador fue un Mac 128k y desde entonces no he mirado atrás.

La razón de que prefiera usar productos de Apple es que prefiero las cosas sencillas. No me importa perder cierta funcionalidad marginal, o cierta libertad incluso, cuando mi trabajo se vuelve mucho más sencillo y paso más tiempo haciendo lo que quiero hacer que intentando hacer que el ordenador haga lo que yo quiero que haga. Es mi elección, no necesariamente la de los demás. Afortunadamente, aún hay opciones.

Entonces, si soy tan fanboy, ¿qué me ha llevado a elegir un HTC Desire en lugar del celebradísimo y denostadísimo iPhone 4?


1.Es más fácil de comprar. Por no decir más posible. El iPhone 4 tiene graves problemas de stock, y ni siquiera está disponible en la mayor parte de Europa. En los países en los que sí está disponible no quedan unidades. No hay un teléfono en el mundo que merezca tres meses de espera: es un teléfono al fin y al cabo. Para comprar el Desire lo único que tuve que hacer fue ir a la tienda y pagarlo.
2.Es más barato. Como comprenderán no es un punto crítico: como buen Apple fanboy, estoy dispuesto a pagar el impuesto de la manzana y pagar un producto que percibo como mejor por un precio superior. Pero unido al resto de factores, empieza a pesar.
3.Es casi igual. No voy a entrar en la eterna dialéctica Android vs. iOS, pero creo que las diferencias entre ambas plataformas son fácilmente salvables, y que las ventajas de Android compensan sus desventajas y viceversa. Evidentemente si hablásemos de Symbian o —Dios no lo quiera— Windows phone la cosa habría sido muy distinta, pero no es el caso.
4.No tengo que jailbreakearlo para usarlo. Resulta que yo no soy cliente de Orange, Vodafone ni Movistar. Ni quiero, oiga. Mi factura está bien como está, no quiero ni tarifas planas de mil minutos —que me río yo del ejecutivo que pensó en llamarle a eso tarifa plana, porque es de chiste— ni bonos, ni promociones, ni tener que hacer unas integrales antes de saber a qué hora me sale más barato llamar. Por lo visto eso ya me descalifica como potencial cliente de Apple en telefonía, así que me he tenido que resignar.
5.Tenía curiosidad. Tal vez este sea el punto más peligroso para Apple. Yo, uno de sus fieles seguidores, me he visto tentado por algo ajeno a ellos. Y eso no es tanto señal de que Apple lo esté haciendo mal, que no lo creo —al fin y al cabo no me he deshecho de mi iPod Touch— sino de que Google y HTC lo están haciendo muy bien. Alguien tiene que espabilar en Cupertino si no quieren que los androides se les coman el turrón.
Fíjense que no he dicho nada de la antena, y es que no me podía importar menos. Algo que tiene tan fácil arreglo como ponerle un bumper al aparato, ya sea comprado o regalado, no puede compararse con la experiencia de un sistema operativo sólido sobre un hardware excelente. Lo que sí se puede comparar es otro sistema operativo sólido sobre otro hardware excelente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario